Mariana Porta, mejor conocida como Mariana Päraway, es una cantante y multiinstrumentista nacida y criada en Mendoza, cuyo amor por la música surgió durante su niñez cuando, vio a una señora tocar “Manuelita” en la casa de sus tíos.
Con influencias que van desde PJ Harvey hasta Rage Against The Machine pasando por Babasónicos y Beck, Mariana Päraway presenta una propuesta folk cargada de cuerdas y voces que invitan a relajarse y viajar.
Ya con 3 discos en su haber (El Tiempo, 2011; Los Peces, 2012; Hilario, 2014), Mariana Päraway lanzó hace días su cuarto álbum de estudio titulado La Flecha (el segundo bajo el sello de La Plata, Concepto Cero), su proyecto más ambicioso hasta la fecha. Con un sonido más electro pop, una producción a cargo del dos veces ganador del Grammy, Neto García, y colaboraciones de Andrea Echeverri, Tomás Ferrero, Ruzzi, Loli Molina, Violeta Castillo y Faauna, este nuevo La Flecha fue presentado con un excelente show en el coqueto nuevo espacio palermitano La Tangente.
Previo a esto, desde Visión Invisible charlamos con la simpatiquísima artista sobre sobre sus comienzos en la música, sus primeros proyectos, La Flecha y más:
– Para todos aquellos que no te conocen, ¿quién es Mariana Päraway?
Mariana Päraway es un poco un personaje, un poco una persona que nació y vive en Mendoza, que hace canciones y que se mueve constantemente. Incluso sus canciones se mueven. Nunca son iguales. Soy guitarrista y tengo muchísimos instrumentos de cuerda en mi casa porque me gustan muchísimo las cuerdas. Un arpa, un violín, un cuatro, dos charangos, de todo. Me gusta recorrer cosas, no sólo el mundo sino estilos, elementos y pensamientos.
– ¿Cómo fue tu primer acercamiento a la música?
Desde chiquita me llamó la atención la guitarra. En la primaria hice lo que había que era coro y flauta entre los 8 y los 10. Después empecé a estudiar guitarra a los 16 en Santa Rosa, La Pampa en un taller que se llamaba “La Musa”. Luego, me fui a Mendoza a estudiar Licenciatura en Guitarra en la Universidad Nacional de Cuyo. Mientras estaba en el medio de la carrera me metí en el profesorado de música y empecé a tocar en unas bandas de rock que se llamaban Prismal y Glamour. Yo era una de las guitarristas y, más allá de que yo componía con las bandas, recién en 2008 comencé a componer canciones. Ya en ese momento sólo tocaba en Prismal y no me gustaba cómo quedaban los temas porque eran muy femeninos como para que las tocara y cantara un hombre. Empecé a tocar sola recién en 2009. Hice mi primer recital, de ahí otro y así.
– Hace algunos años, en una entrevista, definiste a Glamour como “un grupo de actitud muy punk” y a Prismal como una banda “babasónica”. ¿Cómo fue tu transición de eso a lo que hacés ahora que es indie folk y hasta pop folk?
En realidad, yo escuchaba mucha música. He escuchado hasta Pantera. En mi casa, cuando yo era chica, se escuchaba mucha música diferente. Tengo un bagaje interno de referencias muy grande. Mucha gente muy tranqui y muchas cosas que tienen que ver con lo electrónico. Yo hago lo que me sale. Lo otro eran composiciones colectivas que, por supuesto, iba a ser distinto porque cada uno tenía su bagaje. Cuando empecé a hacer canciones, la tercera que hice fue “La vidala del desamor” y si hubo algo que yo nunca escuché fue folklore. No había discos de folklore en mi casa y hago eso. Mi música está muy atravesada por los ritmos, sobre todo folklóricos. Entonces, bueno. ¿Qué sé yo qué pasa adentro mío? Jaja
– ¿Qué te inspira a la hora de componer y escribir?
Eso ha ido variando bastante. Al principio fueron más las relaciones o cosas que les pasaban a mis amigas, pero casi todas tenían que ver con el amor. El amor siempre ha sido algo que me mueve el piso. Siempre ha sido eso y las formas de ver. Al principio eran sólo mías, pero cuando una empieza a crecer, ver y a buscar otras inspiraciones, va ampliando el espectro y el mapa donde se mueve. Pero, a medida que fui haciendo discos, también fueron habiendo otras cosas, incluso preguntas de ser humano como “¿Tengo que ser lo que se dice que tengo que ser?”, “¿Qué pasa con la muerte o con el mundo?”.
– Una vez dijiste que “para crecer, uno tiene que cambiar radicalmente algunas cosas”. En este nuevo disco, ¿en qué sentís que creciste y qué considerás que tuviste que cambiar para alcanzar ese crecimiento?
¿Cambiar? Todo, jajaja. Hay dos cosas que hice que se diferencian bastante de los otros discos. Una es que este es todo en castellano. Eso fue casi un primer objetivo y al principio fue algo bastante difícil de lograr porque me costaba mucho encontrar mi voz en castellano. En los discos siempre había un 50 y un 50 entre canciones en otros idiomas y en castellano y, en general, las que tenían mucha más letra estaban en inglés. Este disco me propuse encontrarme a mí misma con esta voz con la que hablo todos los días, pero cantando. El otro objetivo fue buscar formas diferentes de la canción. Entonces, estuve investigando un poco los haiku (una técnica de escritura japonesa que tiene una métrica de 16 sílabas y que tiene que dar dos ideas) y las décimas que es una escritura latinoamericana que me pareció muy hermosa. Eso me pareció que estuvo buenísimo y que le dio un aire nuevo. La verdad es que siempre es un desafío para mí el grabar discos y este en particular. Primero, porque tiene muchos cambios, no sólo desde lo musical donde hay una cuestión rítmica muy fuerte, sino que es el primero en el que tengo tantas colaboraciones. Es el primero que hago desde 0 con Concepto Cero. Es el primero en el que tuve que aprender a utilizar programas de la compu y la tecnología, porque yo era más autóctona. De hecho, viajamos a grabarlo a otro país. Otro cambio fue un productor que tiene otro contexto y otras formas de trabajo con otra geografía y un nivel de producción zarpado que te hace tener que modificar cosas. Incluso he cambiado hasta la forma de cantar ampliando el rango. Ahora proyecto mucho más la voz y canto mucho más fuerte. Aprendí muchísimo de técnica. También es la primera vez que dijimos “para marzo tiene que haber 20 canciones”, entonces yo empecé a componer en octubre y para marzo tenía las 20. Nunca me había puesto un plazo y así como en una fábrica de canciones, jaja. Una vez hice cinco en un mes, cosa que nunca en mi vida había hecho. Pero estuvo muy bueno como una forma de explotar. Picasso decía que la inspiración no viene, te encuentra trabajando y es así. Uno trabaja y el cerebro y todo adentro se va abriendo. Me pasó con “Fitzcarralda” que estaba viendo la película y tuve que irme. No terminé de verla y escribí la canción. Entonce estás todo el tiempo obsesionado y todo te refiere a eso. Mi novio me quería matar porque no podía parar. Eso también es un cambio. Te cambia la vida hacer un disco porque te pone en un lugar muy fuerte con una sensibilidad a flor de piel.
[soliloquy id=”71384″]En el disco hablás mucho sobre el cuerpo de la mujer, la naturaleza y muchas otras cosas. ¿A qué le cantás en La Flecha y cómo surgió la idea?
La Flecha tiene canciones que hablan de todo. Mi papá se murió cuando yo era bebé y hay una canción que se llama “Plan de vuelo” que habla de esa relación inexistente con alguien del que todo el mundo dice “tu papá era tal cosa”. Entonces, toda la canción habla diciendo lo que dicen los demás. Como esa construcción imaginaria. También hay una canción que habla de un femicidio y es relatado desde lo poético, desde la perspectiva de la muerte. Hay muchas cosas. Incluso, hay canciones que no quedaron. “Verne y el faro” es como reafirmar esta idea de búsqueda y de aventura que se nos niega a las mujeres que siempre tenemos que estar cuidando a alguien. A los padres cuando envejecen, a los niños, a los sobrinos. Ser maestra. Es un peso muy grande. Parece que estamos confinadas a eso, a ser enfermeras y cuidadoras. Después, “Fitzcarralda” habla un poco de estar obsesionado con algo y perseguir ese objetivo cueste lo que cueste. Tiene que ver un poco con la tarea que amo que es hacer canciones y cantar en una industria como la musical argentina que es muy compleja y en la que hay que remar a contracorriente todo el tiempo. “Valeriana” es el único tema que habla de quedarse quieto y disfrutar mientras que todo lo demás se esté moviendo, cosa que hago muy poco, jaja. “Décimas para los puertos” tiene muchos gerundios que explican un poco el movimiento.
Yo compuse 20 temas para este disco y quedaron 7. Había canciones que hablaban del eterno retorno, de todo, pero que he empezado a hacer a partir de Hilario es buscar un tema que sea el motor de todo, un concepto. Hilario tuvo dos cosas. Un hilo conductor que era el mar, pero un concepto que tenía que ver con los lazos. De ahí el nombre. La Flecha empezó como una idea que está un poco relacionada con Hilario, pero más desarrollada y más aceptada que fue el movimiento. En Hilario sufro ser una sirena y una marinera sin rumbo, y acá lo abrazo. La vida va cambiando y uno se va entendiendo, asimilando. El movimiento es todo porque la energía se mueve todo el tiempo, entonces empecé a buscar y a anotar muchas palabras y frases que me remitieran a movimiento. Imaginate la cantidad de cosas que tuve que investigar. Estuvo buenísimo. Aprendí mucho sobre todo.
– En el disco colaborás con un montón de artistas de estilos muy variados. ¿Cómo fue trabajar con ellos?
La verdad es que estuvo buenísimo y que con todos fue diferente, porque a algunos de los chicos los conozco hace un montón, como Shaman y Arturo de Faauna. De todos conocía su música, pero a Ruzzi la conocí en México y cuando le pregunté se re copó con la canción. Con Andrea no tuve contacto sino que fue un poco una sorpresa del sello que hizo toda la gestión y de repente nos llega un mail con las voces y fue increíble. De Loli, yo conocía su música, al igual que la de Violeta, pero con Viole nos habíamos visto un par de veces en eventos. A Loli no la conocía personalmente. La verdad es que ambas son un amor y estoy muy honrada y feliz de que hayan estado compartiendo sus voces conmigo. Cuando Loli grabó sus partes y seguía metiendo coros, yo lloraba pero de “No puedo creer cómo está quedando esto”, de decir “Gracias”.
– Ya tenés algunas fechas programadas en Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Mendoza para después del lanzamiento del disco. ¿Planeás salir de gira por otros lugares del país o de Latinoamérica?
Sí, planes hay. Estamos esperando un poco a ver qué es lo que pasa con el disco. Estuve hablando con Neto de ir a hacer cosas a México. A Colombia ya he ido y quiero volver porque me parece hermoso y tengo muchos amigos y amigas que cantan y que son divinos. Chile quizás es lo más próximo porque está pegado a Mendoza y está buenísimo porque también hay muchos amigos y amigas que quieren compartir fecha. Ideas hay. Ahora hay que empezar a ponerlas en funcionamiento.
– Vos has tocado en muchas partes de Europa y, a nivel local, en festivales como Cosquín y Cosquín Rock. ¿Qué diferencias notás entre un público y otro? ¿Sentís mayor aceptación en el exterior que acá?
La verdad es que nunca lo he pensado con respecto a la aceptación. Creo que en Europa, depende de adónde vayas, hay gente que flashea con el castellano y con el charango. Cuando llevé el charango a Dinamarca fue así como “What!?”. La gente decía “¿Qué es esto?”. Otra vez que toqué en Francia, se me acercó una señora y me dijo “No cantes en inglés. Cantá en castellano que tu lengua es preciosa”. Hay algunos a los que les gusta eso, otros a los que no. Argentina me parece un caso bastante particular, porque creo que Latinoamérica está tendiendo a esta figura de la mujer que amalgama un poco las músicas de sus raíces folklóricas con el pop y con ciertas cosas de la modernidad. Por ahí a Argentina le cuesta un poco más. Igual, el rol de las mujeres en festivales es mínimo entonces una no puede saber siquiera si es tan aceptada o no porque tampoco hay puertas tan abiertas para que una muestre masivamente lo que hace. Pero a mí me llegan mensajes hermoso de la gente que me dice cosas bellísimas. Eso me hace sentir que está todo bien por más que cuesta, que hay que trabajar muchísimo, que hay que remar, que hay que invertir. Lo hago complemente con gusto porque amo hacer lo que hago.
– Empezaste tu carrera grabando tu primer álbum, “El Tiempo”, en el sótano de la casa de una amiga en 2011. Ahora estás estrenando otro grabado en México, con colaboraciones y producción de primer nivel. Teniendo en cuenta tu crecimiento en estos 6 años, ¿cómo ves tu futuro?
Es todo tan impredecible que a veces me cuesta mucho imaginarme eso. Yo sueño. Puedo decir eso, con qué sueño. Sueño con hacer más discos, viajar y poder ir, paulatinamente, hacia los objetivos esos de los sueños máximos premium. Pero la verdad es que no pienso “En 10 años, ¿que quiero?” porque es todo tan impredecible, hay tanta incertidumbre porque la industria musical cambia mucho y nuestro país también es complejo desde muchos puntos de vista como el económico, el cultural. Entonces, prefiero ponerme plazos más cortos y objetivos para cada disco. Con Hilario, los objetivos que nos pusimos estuvieron cumplidos. Ahora estamos trabajando muchísimo para que este disco siga llegando cada vez más lejos. Si me tengo que poner un sueño máximo es hacer giras por lugares exóticos y volver todos los años a determinados lugares como a México, Colombia, Chile. Esas cosas me parecen importantes para el crecimiento y también para visitar a mis amigos, jaja.